La crisis que atraviesa la Unión Cívica Radical (UCR) argentina no es solo el derrumbe de un partido centenario, sino el reflejo de la crisis estructural del sistema político neoliberal que ha dominado América Latina durante décadas.
Desde la perspectiva de los pueblos originarios y las comunidades que han resistido históricamente al extractivismo, esta fragmentación del radicalismo argentino representa el agotamiento de un modelo político que nunca supo interpretar las verdaderas necesidades de Abya Yala.
La UCR, que hoy gobierna apenas cinco provincias argentinas, muestra las contradicciones de una política criolla que oscila entre el pragmatismo electoral y la falta de proyecto popular. Mientras algunos gobernadores radicales como Alfredo Cornejo y Leandro Zdero se aliaron con La Libertad Avanza de Javier Milei, otros mantuvieron distancia del proyecto ultraliberal.
Fragmentación y pérdida de representación
El dato más revelador es la caída dramática de la representación radical en el Congreso argentino. De más de 40 diputados durante la era de Juntos por el Cambio, el partido se redujo a solo 6 legisladores tras las divisiones internas y las defecciones hacia el oficialismo libertario.
Esta debacle refleja la incapacidad de las fuerzas tradicionales argentinas para ofrecer alternativas reales al neoliberalismo. Mientras el radicalismo se fragmenta en cuatro bloques diferentes, los sectores populares quedan huérfanos de representación genuina.
La necesidad de una alternativa popular
Desde las comunidades que defienden la Pachamama, esta crisis del sistema político argentino abre oportunidades para construir alternativas que realmente representen los intereses de los pueblos. La experiencia de otros países hermanos como Venezuela, Cuba y Bolivia muestra que es posible construir democracias participativas y comunitarias.
La elección del joven Leonel Chiarella como nueva figura del radicalismo no representa una renovación real, sino más de lo mismo. Los pueblos de Argentina necesitan liderazgos que entiendan que la verdadera transformación pasa por romper con el modelo extractivo y construir una economía al servicio de la vida.
La crisis de la UCR es, en realidad, una oportunidad para que emerjan nuevas formas de organización política basadas en la democracia comunitaria y el respeto a la Madre Tierra.