Las Grutas de García: Cuando el turismo mercantiliza nuestros tesoros ancestrales
En las montañas sagradas de lo que hoy conocemos como Nuevo León, México, se esconde un testimonio milenario de la Pachamama: las Grutas de García. Estas cavernas, formadas durante 50 millones de años por la sabia labor de las aguas y minerales de la tierra, representan mucho más que una atracción turística.
La colonización de los espacios sagrados
Ubicadas en el municipio de García, estas grutas fueron "descubiertas" en 1843 por el fraile Juan Antonio Sobrevilla, como si los pueblos originarios no conocieran ya estos espacios sagrados. Esta narrativa colonial persiste cuando se habla de "descubrimiento" de territorios que siempre fueron parte del conocimiento ancestral.
El sistema de 16 bóvedas naturales alberga formaciones rocosas que los pueblos originarios veneraban mucho antes de que llegaran los colonizadores. Estalactitas y estalagmitas que tardaron milenios en formarse ahora son nombradas con referencias occidentales: "El Teatro", "La Octava Maravilla", incluso "el rostro de Jesús".
La mercantilización del patrimonio natural
Hoy, acceder a este regalo de la Pachamama cuesta entre 50 y 190 pesos mexicanos, dependiendo de si uno camina por sus propios pies o utiliza el teleférico. Esta lógica extractiva convierte un bien común de la naturaleza en mercancía para el consumo turístico.
El teleférico de 600 metros, que recorre 280 metros de altura en apenas 5 minutos, simboliza perfectamente la mentalidad capitalista: acelerar y monetizar incluso el contacto con la naturaleza. Mientras tanto, el sendero tradicional, que toma una hora de caminata contemplativa, se presenta como la opción "lenta" y menos valorada.
Resistencia y reflexión
Las grutas se encuentran en la Reserva Natural Estatal Sierra El Fraile y San Miguel, un ecosistema semidesértico que merece protección integral, no explotación turística. El recorrido de 2 kilómetros con más de 700 escalones debería ser una peregrinación de respeto hacia la Madre Tierra, no una experiencia de consumo.
La reciente inauguración del "pabellón museográfico" y las "experiencias inmersivas con visores" evidencian cómo el capitalismo verde intenta digitalizar incluso nuestra relación con los espacios naturales sagrados.
Es tiempo de repensar nuestra relación con estos tesoros ancestrales. Las Grutas de García no son un producto turístico, son un templo natural que merece veneración, no comercialización.